Fin del Gran Viaje / End of the great journey
Hoy, 8 de Septiembre de 1522, y tras un Viaje que supera los límites de la realidad y la ficción, los seres humanos dimos (que sepamos), por primera vez la vuelta a nuestra casa, el planeta Tierra, hace quinientos años.
Y a este viajero incansable, al que la vida le ha otorgado la suerte de poder remontar el río Guadalquivir y de entrar en Sevilla sobre la proa de la Nao Victoria, (la única de las cinco embarcaciones que completaron la hazaña), de poder habitar el crujir de sus maderas hasta llamarlas con respeto, hogar por unos meses, de compartir los vientos del cambio con su velamen, y volar juntos sobre un ancho mar de horizontes infinitos, me gustaría honrar desde mis términos aquella titánica gesta.
Vaya mi sentido homenaje a los seres humanos que, más allá de las banderas de su lugar de origen, pues la gesta es tan increíble que supera el ego de cualquier nación, se aventuraron hacia lo desconocido, hacia un horizonte incierto, tan poblado de deseos como de ansiedades, de esperanzas como de frustraciones, de muerte como de vida.
Es a ellos, a los dieciocho Juanes Sebastian Elcano y Antonios de Pigafetta, que volvieron desarrapados tras tres largos años de travesía, sin dientes, sin salud, sin fuerzas, pero con la hazaña entre sus manos de haber completado una odisea real, y sobre todo, a los otros doscientos veinte que perecieron durante el Gran Viaje, entre ellos el gran marino Fernando de Magallanes, a quienes rindo homenaje.
Más que al hecho, más que a la fecha, más que a la
embarcación o las banderas, a los hombres que lo hicieron posible. Pues fueron
ellos, con sus silencios en mitad de la noche, sus recuerdos llenos de
melancolía, sus conversaciones nimias y vacías en mitad de la mismísima nada
azul, su sufrimiento, su necesidad de amor, su hambre, su desesperación, su
calor y su frío, sus miradas perdidas al alto cielo, sus rezos, sus anhelos de
tierra firme, sus disputas, odios y resentimientos, sus alegrías y sus convicciones,
sus ojos llenos de estrellas, los que hoy hace quinientos años nos demostraron
al resto de seres humanos que la Tierra es redonda.
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