Solsticio de Invierno en la Patagonia Argentina
Allí estaba, a las 6 de la mañana, en medio de una vasta llanura de oscuridad y frío, rodeado de seres humanos con una simpleza en el vivir apabullante, espejo directo del paraje que habitan.
Dos banderas, un caballo, las cañas que conectan el cielo y la tierra, y un silencio ambientado en un rugiente viento, del que dan cuenta las banderas: una por cada energía, la dualidad presente en todo.
El frío que corta, mientras la tenue luz comienza a dibujar las siluetas de las personas y de las colinas que rodean aquel campo aparentemente yermo.
Y, de repente, un instrumento soplado entra en escena: comienza el We Tripantú, la ceremonia con la que el pueblo mapuche, o araucano (conocido así en Chile), da la bienvenida al nuevo año solar.
Sinceramente, he de seguir dando gracias a mi espíritu viajero por seguir guiando mis pasos en la búsqueda y comprensión tanto de lo que soy como ser humano, como del entendimiento que mi propia especie tiene de sí misma y de su lugar en las estrellas.
Las escenas de esa ceremonia quedarán grabadas en mi retina tan nítidamente como la autenticidad del momento. Fue como estar dentro de una de esas fotos que veía cuando miraba la enciclopedia de “Culturas del mundo”; fotos que me descolocaban por su naturaleza agreste y por la crudeza visual con la que mostraban otras formas de entender y de sentir el mundo.
Allí estaba, justo cuando salía Antú (el Sol), junto a unos seres humanos que se mostraban en su máxima expresión: con la piel curtida, las manos endurecidas como las piedras de la misma tierra, un corazón valiente para defender, ante un sistema que destroza lo que ellos cuidan, lo que consideran suyo: una forma de vivir y organizarse acorde a la naturaleza, y una simbología sustentada en la certeza de que todos somos uno.
Hijos de la tierra que no se olvidaron de ella, que viven enfocados en su respeto y cuidado, en y a su ritmo, sosteniendo en el tiempo, generación tras generación, una verdad simple y llana: lo que hacemos a nuestra MAPU (Tierra), nos lo hacemos a nosotros mismos, a todos los CHES (personas) del mundo.
¡Gracias por la invitación y por la acogida!

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