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El sofá de mi casa no es particular...


Pocas certezas le sientan tan bien a uno, como aquellas por las que transitas sin que realmente importe el resultado.

¡Si amigos!, ¡me lanzo a otra gran aventura! al fin suelto del todo la liana que me mantenía suspendido, como a Bumbury, entre dos tierras, y lo dejo todo a cambio de todo... y aunque me ha costado terminar de desatar el lazo que te une a los logros personales y materiales conseguidos con el mismo ímpetu, esfuerzo y energía con el que ahora me lanzo al mundo sin fecha de vuelta, la sensación de libertad, lo recompensa con creces.

Descubrir realmente quien es uno, asumirlo y defenderlo a capa y espada contra tus miedos y los ajenos, a pesar de los pesares, del tiempo, de las circunstancias y de lo utópicos que suenen tus sueños, te dota de una seguridad burlona que te levanta en volandas cada tarde de tormenta, como hinchando tu alas con cada vez menos esfuerzo, sin evitar, no obstante, que uno se moje.

Dejo atrás el último reducto de mis logros materiales, mi casita en las tierras castellanas de la Infanta Juana, de todos ellos me he ido deshaciendo con la calma y el tiempo necesarios para afianzar seguridades y desarmar excusas. 

Y es que desde que aquel largo viaje por tierras sudamericanas que, por despertarme, me cambió la vida, realmente no ha existido más opción que el ancho mundo, y aunque en principio salgo ganando de calle, me apetecía compartir que, en estos pasos finales, la comodidad vestida de sofá de casa (y en estrecha alianza con la mente), ha jugado duro y ha presentado en fila de a uno, a los recuerdos de los muchos seres queridos que por mi casa han pasado, enarbolando, ni más ni menos, que etapas enteras de mi vida, volviendo a sentar a personas y a acomodar sentimientos, a revivir cenas, cariños, angustias y charlas, con tanta intensidad que ha conseguido, solo en determinados momentos, sumirlo todo en un mar de niebla densa, de nostalgias, emociones y confort, en el que, como después de una siesta larga, cuesta orientarse por miedo a perderlo todo. Pero lo cierto es que si empezaron a incomodarme sus acolchados respaldos y sus acogedoras formas, era porque estaba descubriendo que no es lo mismo estar cómodo, que sentirse a gusto....

Y mientras termino de moldear mi gran proyecto, llegó el momento de la despedida, de decir adiós, eso sí un adiós viajero, que no deja de ser un.... ¡quien sabe si hasta luego!, pues llegó el momento de soltar, de saltar y de vencer los miedos que limitan el potencial de lo que queremos ser y hacer, y mientras lo hago tengo la sensación, no de poner un punto y a parte, ni de pasar página, ni de cerrar un capítulo, ni si quiera de cambiar de libro, tengo la sensación de hacer con mi vida lo que realmente quiero hacer, sin "es ques" ni "tengos que". ¡Pa flipar! :)


¡Nos vemos en el Camino! ¡Buena Caza y Largas Lunas!

Miguel Clark






El sofá de mi casa no es particular... Reviewed by Miguel Tárrega Fernández Mellado on 12:11:00 Rating: 5

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