En el Fin del Mundo...
Ushuaia, 16 de Abril de 2013.
En Valladolid en 1518, El Rey Carlos I de EspaƱa, antes de convertirse en el Emperador Carlos V, nombra a Magallanes capitĆ”n general de la Armada de las Molucas, y de todas las tierras que descubriese. Zarpa con cinco naves en Septiembre de 1520 y en Noviembre de ese mismo aƱo se convierte en el primer marino en conectar el ocĆ©ano AtlĆ”ntico con el ocĆ©ano PacĆfico por un paso estrecho entre el continente sudamericano y la penĆnsula de Tierra del Fuego.
La primera pregunta que me surge es ... ¿que demonios le llevĆ³ a este tipo a aventurarse en tierras tan hostiles, con rachas de viento heladoras, nieve, peligrosos acantilados, bajos fondos marinos y cortantes bloques de hielo?
Y la Ćŗnica respuesta que se me ocurre es que la pasiĆ³n con la que este hombre sentirĆa sus propios retos, y la fuerza y determinaciĆ³n de sus convicciones, debĆa de ser tan grande, que demuestra una vez mĆ”s que los Ćŗnicos lĆmites que existen son los que nosotros mismos nos creamos.
Cruzar el Estrecho de Magallanes, y descubrir la PenĆnsula de Tierra del Fuego, llamada asĆ por el propio Magallanes al observar desde sus naves la inmensas hogueras que los indios yamanĆ”s hacĆan en la costa para combatir el frĆo, es, ante todo, un privilegio. Y es el viento helador en la cara tras navegar tres horas en la cubierta de un catamarĆ”n por el canal Beagle, con el Ćŗnico calor de las emociones (y se siente creedme!), los imponentes picos que flanquean Ushuaia, cubiertos en sus cumbres por nieve eterna, los lobos marinos de un pelo (pero hay que ver que pelo...jeje) y los cormoranes que surcan las aguas azules en flamantes piruetas dignas del mismisimo Juan Salvador, los que te permiten hacerte una ligera idea de la azaƱa que llevaron a cabo estos tipos metidos en cĆ”scaras de nuez por meses, con el Ćŗnico afĆ”n de descubrir y de ampliar fronteras, las suyas, las de todos.
He estado diez dĆas en Ushuaia, y ha sido de esos sitio en los que el tiempo pierde su sentido, debe de ser estar tan cerca del Polo Sur..., por un lado si pienso en la intensidad y la cantidad de las experiencias vividas, dirĆ” que me he tirado un mes, y si pienso, unos dĆas despuĆ©s, en cuanto tiempo estuve en Ushuaia, dirĆa que tan solo un par de dĆas.
He contemplado increĆbles amaneceres, subido al Glaciar Martial en una maƱana lluviosa, he preparando mi primer mate!, descubriendo los alfajores y conitos de Havanna, asisistido a un espectĆ”culo de Tango de quitarte el hipo, navegado por el Canal Beagle como si fuese el mismĆsimo Fitz Roy, dado paladas en una canoa en el Lago Escondido, visto a los Castores en su paseo matinal, visitado el museo de los YamanĆ”s para descubrir ballenas baradas en la costa, jugado una partida de poker despuĆ©s de un buen asado y tres botellas de vino con dos grandes argentinos y un crack italiano, y sobre todo he confirmado, supongo que como Magallanes ya sabĆa, que la mejor manera de disfrutar de cada milla nĆ”utica recorrida, no es estar pendiente de los nudos a los que la recorres, sino de dejarte llevar por la pasiĆ³n que nace de descubrirte haciendo y sintiendo lo que realmente quieres hacer, aunque esto suponga llegar hasta el Fin del Mundo.
Un besazo a todos!
En Valladolid en 1518, El Rey Carlos I de EspaƱa, antes de convertirse en el Emperador Carlos V, nombra a Magallanes capitĆ”n general de la Armada de las Molucas, y de todas las tierras que descubriese. Zarpa con cinco naves en Septiembre de 1520 y en Noviembre de ese mismo aƱo se convierte en el primer marino en conectar el ocĆ©ano AtlĆ”ntico con el ocĆ©ano PacĆfico por un paso estrecho entre el continente sudamericano y la penĆnsula de Tierra del Fuego.
La primera pregunta que me surge es ... ¿que demonios le llevĆ³ a este tipo a aventurarse en tierras tan hostiles, con rachas de viento heladoras, nieve, peligrosos acantilados, bajos fondos marinos y cortantes bloques de hielo?
Y la Ćŗnica respuesta que se me ocurre es que la pasiĆ³n con la que este hombre sentirĆa sus propios retos, y la fuerza y determinaciĆ³n de sus convicciones, debĆa de ser tan grande, que demuestra una vez mĆ”s que los Ćŗnicos lĆmites que existen son los que nosotros mismos nos creamos.
Cruzar el Estrecho de Magallanes, y descubrir la PenĆnsula de Tierra del Fuego, llamada asĆ por el propio Magallanes al observar desde sus naves la inmensas hogueras que los indios yamanĆ”s hacĆan en la costa para combatir el frĆo, es, ante todo, un privilegio. Y es el viento helador en la cara tras navegar tres horas en la cubierta de un catamarĆ”n por el canal Beagle, con el Ćŗnico calor de las emociones (y se siente creedme!), los imponentes picos que flanquean Ushuaia, cubiertos en sus cumbres por nieve eterna, los lobos marinos de un pelo (pero hay que ver que pelo...jeje) y los cormoranes que surcan las aguas azules en flamantes piruetas dignas del mismisimo Juan Salvador, los que te permiten hacerte una ligera idea de la azaƱa que llevaron a cabo estos tipos metidos en cĆ”scaras de nuez por meses, con el Ćŗnico afĆ”n de descubrir y de ampliar fronteras, las suyas, las de todos.
He estado diez dĆas en Ushuaia, y ha sido de esos sitio en los que el tiempo pierde su sentido, debe de ser estar tan cerca del Polo Sur..., por un lado si pienso en la intensidad y la cantidad de las experiencias vividas, dirĆ” que me he tirado un mes, y si pienso, unos dĆas despuĆ©s, en cuanto tiempo estuve en Ushuaia, dirĆa que tan solo un par de dĆas.
He contemplado increĆbles amaneceres, subido al Glaciar Martial en una maƱana lluviosa, he preparando mi primer mate!, descubriendo los alfajores y conitos de Havanna, asisistido a un espectĆ”culo de Tango de quitarte el hipo, navegado por el Canal Beagle como si fuese el mismĆsimo Fitz Roy, dado paladas en una canoa en el Lago Escondido, visto a los Castores en su paseo matinal, visitado el museo de los YamanĆ”s para descubrir ballenas baradas en la costa, jugado una partida de poker despuĆ©s de un buen asado y tres botellas de vino con dos grandes argentinos y un crack italiano, y sobre todo he confirmado, supongo que como Magallanes ya sabĆa, que la mejor manera de disfrutar de cada milla nĆ”utica recorrida, no es estar pendiente de los nudos a los que la recorres, sino de dejarte llevar por la pasiĆ³n que nace de descubrirte haciendo y sintiendo lo que realmente quieres hacer, aunque esto suponga llegar hasta el Fin del Mundo.
Un besazo a todos!
En el Fin del Mundo...
Reviewed by Miguel TƔrrega FernƔndez Mellado
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15:47:00
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