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Un azul del pasado.


Y llegué, Calafate no está lejos de El Chaltén, y menos con mi amigo el Holandés Errante por compañero de asiento, y la ilusión de los recontrarreencuentros, pero la verdad es que había oído hablar tanto del Glaciar Perito Moreno, que esta vez estaba aún más impaciente por plantarme cara a cara con ese "pedacito" de hielo eterno, de 30 km de longitud, 1.150 m de altura y 4 km de frente, y la experiencia una vez más... increíble.

Llegamos por la mañana a visitar el Glaciar, previo pago de una fortuna por entrar en el Parque Nacional de los Glaciares, teniendo en cuenta que además los extranjeros, por el mero hecho de serlo, pagamos cinco veces más, "es lo que mola de ser europeo!", le dije a mi amigo Rudy... y el espetó a la señorita cobradora de entradas... "The Nature isn´t a Supermarket!!!" Yo iba a contribuir con aquello de que según la carta de Derechos Humanos, todos somos iguales, sin importar lugar de nacimiento, sexo o religión..., por seguir con la chufla, pero luego me si cuenta de que esa verdad no era verdad en ningún sitio del globo, así que decidí soltar la guita, y seguir revolcándome en la emoción que suponía el hecho de plantarme cara a cara frente a "El Glaciar", el impresionante y apabullante Perito Moreno.

Fueron cuatro horas de frío, viento y lluvia, ya que el Otoño está llamando a las puertas, y por estos lares lo hace con ganas, pero creo que eso le dio a esas cuatro horas de contemplación de esa enorme masa de hielo, el marco perfecto para entender bajo que condiciones se tuvo que formar semejante enormidad...

Durante esas cuatro horas escuchas como el glaciar "hablar en su idioma" al resquebrajarse el hielo en su interior, y el momento en el que una masa de hielo del tamaño de un edificio de seis plantas, se desprende como a cámara lenta, y cae en el agua helada formando una ola increíble es... sobrecogedor y peligroso, hasta los años ochenta, antes de que pusieran las pasarelas actuales, treinta personas perdieron la vida por las esquirlas que se desprenden en las caídas del hielo.

Pero si algo me llamo la atención fue el azul intenso que emanaba de las grietas del glaciar, no había sol directo, el cielo estaba encapotado y aún así ese azul intenso refulgía con la fuerza interna que le concede un agua helada, con la pureza de millones de años de formación.

Contemplar aquello prácticamente sólo, pues en las fechas que son y con ese clima casi no había ni Perry, hicieron de esa experiencia algo sensacional, e internamente también dió para mucho, puesto que realmente creo que cuando te plantas ante semejantes maravillas naturales con tiempo para contemplarlas tranquilamente te haces tan pequeñito que buscas en ti, piensas y te planteas muchas cosas que solo salen cuando algo te impacta y mucho.

Al final y como señal de que había llegado el momento de romper el ensimismamiento en el que estaba metido, salió un poquito el sol dibujando un arco iris digno de las mejores respuestas...

Que disfrutéis las fotos!
Un azul del pasado. Reviewed by Miguel Tárrega Fernández Mellado on 14:47:00 Rating: 5

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